jueves, junio 22, 2006

UNA NOTA SOBRE LAS REDES ECONÓMICAS, LA CONSTRUCCION DE LA NORMA DE DISTRIBUCION A TRAVES DE LA TEORIA DEL VALOR Y LA CONFORMACIÓN DE LA DESIGUALDAD SOCIAL.


Alfredo Mora Heredia*[1]


Consideraciones Iniciales.
La sociedad moderna es arto compleja para su estudio y más cuando deseamos establecer de qué manera este conglomerado de individuos interrelacionados por las redes económicas, Hogares, Estado, Organizaciones y mercados, lleva consigo a desigualdades sociales. Qué misterio existe dentro de la estructura social que conlleva a la existencia de explotados, excluidos y en sí a desigualdad entre familias y más ante el proceso globalizante tan agobiante para algunas naciones donde se incrementa su desigualdad ante las grandes potencias. Qué explicación subyace bajo este constante decremento de bienestar e igualdad entre individuos confrontantes de esta sociedad moderna.
El presente documento lo considero como una introducción al problema de la desigualdad social, el cual está ordenado en cuatro apartados. En el primero se establece una visión muy general sobre las formas sociales. En el siguiente, se presentara la norma de atribución exhibida por el Doctor Enguita en su libro: “El engranaje de la desigualdad, explotación, discriminación y exclusión”. De tal manera estos dos capítulos permitirán una Explicación pertinente para entender la conexión que existe con la desigualdad social, esto es, para localizar y tratar de entender las causas de las diferencias sociales. Finalmente, en el apartado último, estableceremos cómo la desigualdad social se incrementa, así como la transformación de las formas sociales dentro de la globalización.

I. Una Visión Sintética de las Formas Sociales.

El hombre a través del tiempo ha buscado la manera de entrar en contacto permanente con sus similares para intercambiar sus productos, defenderse de las inclemencias del tiempo y por supuesto para perpetuar la descendencia. Pero para tal efecto, ha sido necesaria la construcción y/o establecimiento de formas sociales que conformen la sociedad, en principio simple, pero ahora ya transformada en una sociedad tan compleja como la que existe actualmente.
Existen infinidad de maneras de interrelación entre los individuos en función del tipo de relación que se establezca y el motivo de la misma: desde hacer patente ser dueño de una tierra (mediante la violencia, o de manera más afable mediante convenios sobre la división de la tierra entre varios individuos), hasta el establecimiento de formas de cortejar a la posible mujer con la cual perpetuará su especie. Sin embargo, 4 figuras son esenciales a través del tiempo en la formación de la sociedad primitiva hasta la actual. Tales son: el hogar, el estado, e intermediando dentro de ellas, las organizaciones y el mercado. [2] Dentro del hogar nos encontramos la familia que es la célula básica. El hombre, al nacer, ya se encuentra inmerso en algún lugar dentro del grupo familiar. Por ejemplo: el primogénito, el cuál tendrá ciertos privilegios sobre los demás hijos que nazcan y/o le sucedan a él. De tal manera, la familia es una institución social universal. La familia, entendida como hoy es vista, es el resultado de un largo proceso evolutivo, cambiante por los propios procesos sociales. Por ejemplo, con las sociedades agrarias surge la familia patriarcal la cual concentraba un gran número de funciones y era prácticamente autosuficiente, funcionaba como micro sociedad. La dinámica de las transformaciones acabó imponiendo en la sociedad industrial y hasta la modernidad un nuevo modelo de familia nuclear y consanguínea.
Huelga decir que muchas de las funciones existentes en las familias y/o hogares en estado simple, como ser dueños de medio de producción y tierra, han sido pérdidas así como otras que han pasado a manos del Estado dentro del contexto moderno en el cual se desenvuelve el grupo doméstico.
De tal manera, el Estado es la segunda forma importante e inherente a toda sociedad moderna. El Estado lo podemos definir como un entidad natural y necesaria, conformado por grupos de personas, siendo éstos las familias nucleares y si vamos más a profundidad, las familias consanguíneas, en donde este conjunto de individuos con diversos intereses y necesidades instaurarán dentro de ciertos límites territoriales establecidos, todo un conjunto de reglas y procedimientos los cuales serán respetados por cada integrante de las familias asentadas en dicho territorio. Por lo tanto, el Estado debe ser la expresión genuina de la sociedad a la que debe servir, y debe representar los intereses comunitarios, sin tener en cuenta qué forma de gobierno adopta, ni los apremios circunstanciales. Es importante destacar la relación exacta que existe entre el estado y la comunidad, ya que no es un episodio externo a la misma, él mismo es el núcleo central, el cerebro, el sistema nervioso de la sociedad; es decir, que una comunidad sin estado, no tendría conciencia de sí misma y carecería integralmente de dimensión histórica. En tal contexto, el Estado es el heredero de esa conciencia social, es el hilo conductor de la misma en el presente hacia el futuro. En el centro de estas esferas sociales se encuentran otras dos, las organizaciones y el mercado. Éstas tienen la finalidad de movilizar, producir y asignar los recursos económicos. En este sentido, el estado sería una organización, asumiendo ciertos rasgos del mercado, pero muy imperfecto desde el punto de vista economicista actual. Por lo tanto, las organizaciones no sólo las entenderíamos como estructuras formales constituidas por la división del trabajo y/o alineamientos segmentados de complejas organizaciones, sino que son, en el sentido estricto de la palabra, instituciones[3]. Abarcaría desde el sindicato de petróleos mexicanos, pasando por la transnacional Coca-Cola hasta las ya muy comentadas instituciones financieras internacionales, tales como el Fondo Monetario Internacional y la Organización Mundial del Comercio, por mencionar algunas. Por otra parte, el mercado sería aquel en el cual concurren oferentes y demandantes de lo más diverso en bienes y servicios, tales como un tour en toda España, fuerza de trabajo, dinero, divisas, una Coca-cola, un picasso, un mundial de fútbol, etc. Dentro del cual, el que determinará el favorecido de dicho bien o servicio, es el precio. Si observamos detenidamente, en el mercado aparecen las familias, las organizaciones y muchos intercambios diversos, por lo tanto, tendremos las organizaciones al lado del mercado. Las relaciones que se producen en el mercado son relaciones entre organizaciones. Al lado de las organizaciones se encuentran las ocupaciones y finalmente podemos introducir los clanes, las estructuras asociativas, los sistemas de relaciones industriales, como formas múltiples de regulación que se entrelazan entre sí.
II. La Norma de Distribución.
En la modernidad sigue existiendo un gran debate en torno a la teoría del valor-trabajo. Desde nuestra óptica, Marx dejó una obra inacabada; y de la parte que más o menos terminó sólo publicó una pequeña fracción. Esto puede dar lugar --de hecho, lo ha dado-- a interminables discusiones literales sobre qué es lo que dijo o quiso decir en tal o cual pasaje.
El que Marx dejara su trabajo incompleto dio pie a muchos marxistas y no marxistas para intentar por su cuenta desarrollar los resultados marxianos. También me parece insuficiente limitarse a leer y releer a Marx, aunque sea, desde luego, necesario. Pero el problema es que muchos de los que pretendieron continuar el esfuerzo realista de Marx por encontrar respuestas a preguntas relevantes para la ciencia social sólo supieron añadir a la conceptualización iniciada por él, construcciones inconsistentes sin dirección alguna.
Ahora bien, el Doctor Fernández Enguita establece algo relevante al formular una norma de la distribución a partir de la teoría del valor-trabajo y por supuesto tomando algunas aportaciones interesantes de los neoclásicos. En tal sentido, establece una norma de atribución, buscando resolver un problema acuciante: la justicia de las pautas de la distribución tomando en consideración parte de la explicación inacabada dada por Marx y tomando algunos principios integrados dentro del cuerpo doctrinario neoclásico tal como el valor-escasez, la teoría de la formación de precios y del bienestar.
Ahora bien esta norma de atribución es para dos tipos de bienes económicos: los factores de la producción y los recursos naturales. Huelga decir que, desde la óptica marxiana, los recursos naturales no son bienes económicos debido a la nula existencia del trabajo en ellas, sin embargo, si tomamos el principio de escasez, claro que lo son, debido a que es un bien escaso y se rige por las leyes del mercado el cual le asignará un precio acorde a su grado de abundancia o escasez. Lo mismo sucederá con la fuerza de trabajo, dependiendo de su grado de abundancia se le asignará un precio mercantil con el cual podrá satisfacer sus necesidades básicas, de esta manera no existiría explotación, porque a cada factor de producción se le asigna su precio justo. Así, la teoría neoclásica da por supuesto que no hay otro valor posible que el precio, lo que equivale a decir que éste es el precio justo. Esto es, no puede haber explotación mientras haya voluntariedad en las transacciones y competencia en el mercado. Si el valor es, en general, producto de la escasez, entonces el valor particular de cada bien dependerá de su escasez particular.
En tal contexto de paradigmas teóricos, el Doctor Enguita, establece su enfoque teórico en el cual, trabajo humano directo mide su contribución en tiempo de trabajo realizado (presente); se retribuye en calidad de esfuerzo; porque es alternativo a inactividad y ocio y se remunera como salario. Su precio real depende de la escasez, si es por cuenta propia o más relación de fuerzas, si interviene en producción cooperativa. Del mismo modo, según Enguita, los medios de producción producidos miden su contribución en tiempo de trabajo acumulado (pretérito); se retribuyen en calidad de privación; porque es alternativo a ahorro y consumo y se remunera como alquiler o interés. Su precio real depende de la escasez, si es alquilado o prestado o más relación de fuerzas, si interviene en producción cooperativa. [4]
En lo concerniente a la naturaleza, dentro de esta norma de atribución, es fuente de riqueza ya que aporta valor, no importando que no tenga trabajo pasado dentro de su forma inalterada por la mano del hombre.
III. De las Formas Sociales y la Norma de Distribución: Las desigualdades Sociales.
En la modernidad el problema de la desigualdad social es acuciante llevando al individuo a tener incertidumbre y una sensación de desarraigo, preguntándose ¿cual es la razón de existir en situación de desigualdad? Pregunta a la que ni la propia religión le da respuesta. Empieza a perder su identidad, de ser parte de algo sin serlo. Dentro del seno familiar encuentra desigualdad; a su vez, la gran organización, el Estado, proveedor de los mínimos de bienestar ya no lo es, mientras el mercado el asignador correcto de lo que a cada uno y cada cual debe darle, le da menos mientras el pastel es más grande. Todo esto lleva a un quiebre de la misma organización social, las representaciones colectivas, el sentido de pertenencia y la trama de ligazón social. El individuo ante tal incertidumbre piensa que mañana se vivirá peor que hoy; en la cotidianeidad diaria vemos rostros desencajados con caminar monótono rumbo a su trabajo, escuela, etc. Viendo la vida como una gran carretera de incertidumbre la cual no tiene fin alguno. Ya para ellos el sentido de Nación pierde su vigencia. Esto hace evidente la crisis e incertidumbre en las formas sociales las cuales en su metamorfosis con la modernidad, conllevan a mayor desigualdad. Recordemos la euforia y los buenos augurios del post-industrialismo que ahora se transforman en incertidumbre, en cómo hacer factible el acceso de todos los individuos a un nivel de conocimiento e información aceptable. En el caso de la Internet, su uso es muy limitado en algunos sectores de la población y mucho más en países en vías de desarrollo en donde la brecha digital es mucho más amplia. Desde esta perspectiva, el uso de las nuevas tecnologías tiende a provocar un cambio en la estructura social. En esta sociedad del conocimiento y la información, surgen dos nuevas clases sociales: personas que poseen conocimiento e información y aquellas sin posesión y acceso a ella.
De esta forma, la importancia capital del recurso información, del acceso a las redes globales del conocimiento definen en buena medida el acceso a la plena ciudadanía, las capas sociales que se ven privadas o aisladas en el mundo global de los flujos de información se constituyen en verdaderas áreas de exclusión social. Esto implica que los viejos esquemas conceptuales de análisis propios del capitalismo industrial y post-industrial, se rompen. Como secuela a esta situación, es factible la ruptura de la cohesión social, dualizándose la sociedad entre aquellos que forman parte de las redes productoras de la información y conocimiento y los que están al margen de estas redes. Esto nos conduce a una mayor desigualdad.
En el hogar, en la actualidad detectamos mayor desigualdad entre géneros y generaciones, en el grupo familiar son relegados a segundo término, la mujer sigue sin tener la igualdad esperada con el hombre. Sale a trabajar, puede tener un puesto directivo dentro de una organización, pero al regresar a la esfera familiar es relegada, minimizada, discriminada, ya sea por los padres en el caso de ser hija de familia, por el esposo si está casada, y en ciertos casos por los propios hijos ya mayores. Por su parte, la población de mayor edad crece y es relegada por los hijos, y nueras que los tratan como inútiles. Mientras, en la organización estatal, los adultos mayores, llamados así gubernamentalmente, y los discapacitados no tienen acceso a los servicios sociales que les brinden niveles mínimos de bienestar. Esto, por supuesto, crece en cada territorio, en cada nación. En los países subdesarrollados, este incremento es más grave llevando a este grupo de individuos a mendingar en la calle. De tal manera, la distribución de leyes es discriminatoria. No obstante, siendo el Hogar y el Estado redes inclusivas es casi imposible salir de ellas, si por alguna razón, más bien por las muchas razones existentes, se desea salir.
Dentro del mismo orden de ideas, la organización productiva de la misma manera establece desigualdades sociales, discriminación y explotación. Produce más explotación que discriminación. La mujer es discriminada en el acceso a mejores trabajos, a excelentes salarios y por supuesto en algunas organizaciones sólo es vista como un objeto de adorno, quizás sexual. Ahora bien, uno de los factores fundamentales asociados al aumento de la desigualdad es la dinámica transformación en la organización del trabajo. La incorporación de nuevas tecnologías al proceso productivo está asociada a la eliminación de numerosos puestos de trabajo. A los puestos de trabajo con alta tecnología sólo tendrán acceso aquellos con un alto nivel de conocimientos científicos – técnicos – informáticos, mientras los desplazados, la gran mayoría, se colocarán en empleos de menor calidad y salario. Ahora bien, las transformaciones en la organización del trabajo no sólo están provocando el aumento en los niveles de desigualdad, sino en la aparición de un nuevo fenómeno social, la exclusión de la participación en el ciclo productivo. A diferencia del capitalismo industrial tradicional, que incluía a todos a través de vínculos de explotación y dominación, este nuevo capitalismo tiene una fuerte tendencia expulsora, basada en la ruptura de los vínculos. La exclusión del trabajo es la base de una exclusión social más general, como menciona Castells una des-afiliación[5] con respecto a las instancias sociales más significativas. Esto provoca una modificación fundamental en la estructura de la sociedad, que estaría pasando de una organización vertical, basada en relaciones sociales de explotación entre los que ocupan posiciones superiores frente a los que ocupan posiciones inferiores, a una organización horizontal, donde lo importante no es el lugar en la jerarquía sino la distancia con respecto al centro de la sociedad. Por lo tanto el conocimiento en la globalización se vuelve un poder por sí mismo en constante cambio, llevando a construir un nuevo tipo de sociedad de instituciones, de políticas, de medios, de relaciones económicas, de organización del trabajo y por supuesto nuevas formas de capitalización.[6] Derivándose una dura crítica de esta manera de ir conformando una nueva sociedad con desigualdad y exclusión. Y, finalmente, el mercado, que teóricamente es el asignador correcto de los precios, dista mucho de serlo debido a la existencia de mecanismos normativos por parte del Estado para establecer prohibiciones a monopolios y oligopolios, los cuales se apropian de la producción de determinado bien económico y por supuesto dentro de los cuales se encuentra la naturaleza. Por ejemplo: Puerto escondido en Oaxaca México, es un bien el cual es parte de todo individuo nacido en México, siendo el ciudadano mexicano. En estado natural, la apropiación sería violenta entre familias, ahora media el estado el cual es el protector del territorio y de lo que en él existe. Existirían dos formas para recibir cada ciudadano parte de lo que le pertenece en el puerto mencionado anteriormente: exigiendo una parte de esa tierra (siendo esto imposible en la actualidad) o mediante la venta de ella por el estado y distribuyendo esa paga en monetario entre los nacionales vía mejoras de servicios públicos en donde sí existiera la justicia en venta del pedazo de naturaleza, vía mercado. Sin mediar otra cosa que la mano invisible, el precio de esa riqueza sería mucho mayor al precio pagado, un intercambio desigual que en cierta medida sería explotación hacia todo nacional. Huelga decir que aquí se asigna un precio político a la tierra quizás en beneficio de un monopolio. En tal sentido, ya el trozo de tierra pasa a ser propiedad privada implicando ahora que su acceso sólo será posible mediante el pago de un precio asignado por sus dueños. De la misma manera, la fuerza de trabajo es un bien económico que se remunera dependiendo de su escasez. Teóricamente el mercado asigna su precio justo (tal vez sea correcto): exceso de mano de obra baja el precio, la mano invisible, las leyes del mercado. Si esto fuese así, no existiría explotación, en todo caso desigualdad distributiva de la riqueza producida por los factores de la producción y la naturaleza. Pero entonces, ¿por qué el salario no alcanza para comprar la canasta básica para satisfacer las necesidades propias y las de la familia?, ¿qué hay de trasfondo ahí? En primer lugar, el productor compra todo a precio de mercado, ley de oferta y demanda, pero cuando vende el producto, el precio lo aumenta un poco. El vendedor, al sacar el producto al mercado, lo eleva un poco más implicando un precio mucho más alto el que tiene que pagar un trabajador común y corriente al hacer su compra. He aquí el misterio que dificulta acceder a una canasta de precios justos. Esto indica una apropiación del salario del individuo a través del precio del bien económico en el mercado. En tal contexto hablaríamos de una explotación diferente a la entendida por Marx.[7]
Para Marx, la explotación es, en el sector productivo, en donde el capitalista se apropia del plusvalor extra generado por el obrero. Mientras que desde esta óptica, la explotación se da en el proceso circulatorio. Se trata de la apropiación de un excedente creado por el trabajador, ¡sí! pero estafado en el mercado y no en la organización. Dirían las voces desde la organización: “el mercado te da libertad de elegir la compra del producto o servicio prestado por nosotros”. Diría el consumidor: “si eres un monopolio y/o oligopolio y necesito tu bien económico tengo que comprarte al precio al cual me vendes tu coca cola, mientras yo te vendo a precio de mercado mi fuerza de trabajo.”
En tal contexto, las diferencias sociales no son generadas por las propias formas sociales, sino más bien por la manera en que interactúan los propios individuos dentro de ellas: mediante sus acciones, sus intereses, sus privilegios y permitiendo la generación de contrastes sociales.

IV. Consideraciones Finales: El Incremento de la Desigualdad en la Sociedad Moderna.
La globalización es un factor importante que está contribuyendo en gran medida al incremento de las diferencias sociales. Las nuevas interrelaciones entre los miembros de las sociedades conlleva a la disfuncionalidad de las figuras sociales: familia, estado, organización y mercado. La organización nacional es desplazada por la transnacional, el wal mart arrasa al pequeño negocio, esto es, el mercado interno es ahora subsumido al internacional, mientras el estado queda maniatado en su accionar a las organizaciones internacionales, en donde ya los Estados-nación reducen las funciones. Ahora la política pública se desenvuelve en un contexto de privatización de la práctica social del estado, generando graves consecuencias en el bienestar de muchas familias. Por su parte, el mercado mundial impulsa el crecimiento y destruye puestos de trabajo; permite financiar la economía pero limita los márgenes de maniobra presupuestarios de cada país; multiplica las riquezas pero aumenta las desigualdades hasta lo intolerable. Las democracias liberan a los individuos, pero atomizan el cuerpo social y deshacen las solidaridades. Fallan simultáneamente las instituciones que hacen funcionar el vínculo social y la solidaridad (la crisis del Estado social), las formas de la relación entre la economía y la sociedad (la crisis del trabajo) y los modos de constitución de las identidades individuales y colectivas (la crisis del sujeto). Además, las desigualdades cambian de naturaleza, marcando de un modo inédito la sensibilidad a las diferencias. En donde detectamos dos tipos de desigualdades: las "persistentes ó históricas" (Distribución del ingreso, Vivienda, salud, educación….) que se profundizan; y las nuevas formas, experiencias individuales, que no salen en las estadísticas, (desigualdades ante el trabajo y la condición asalariada, incluso ante la capacidad de endeudamiento, las molestias urbanas, las conductas inciviles, las consecuencias de la implosión del modelo familiar, y las nuevas formas de violencia). Movilizadas por la dinámica de la desocupación o de la evolución de las condiciones de vida, son vividas dolorosamente, aunque sea de manera silenciosa en el arduo caminar de la vida cotidiana.
Referencias Bibliograficas.
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Amin, Samir, (1987): ¿Cómo funciona el capitalismo? El intercambio desigual y la ley del valor, México, Siglo XXI
Ayala Espino José Luis (1992): Limites del mercado, limites del estado, México, I.N.A.P.
Beck, U. (1998): ¿Qué es la globalización? Falacias del globalismo, respuestas a la globalización, Barcelona: Piados.
Bourdieu, P. (1998): «La esencia del neoliberalismo», Le Monde diplomatique, edición española, número 29, marzo/abril, pp. 1 y 4.
Castells, M. (1998): La era de la información: Economía, sociedad y cultura, Alianza Madrid.
Dob, Maurice. (1978): Teorías del valor y de la distribución desde Adán smith, ideología y teoría económica, México, Siglo XXI.
Duncan K. Foley. (1989): Para entender el capital, México, F.C.E.
Fernández Enguita Mariano. (1999): El engranaje de la desigualdad, explotación, discriminación y exclusión, España. (Manuscrito no publicado)
Foxley Alejandro y otros. (1980): Las desigualdades económicas y la acción del estado, México, F.C.E.
Hirschman Albert. (1977) Salida Voz y Lealtad, México, F.C.E.
Garengani y otros. (1979): Debate sobre la teoría marxista del valor, México, siglo XXI.
Negri, T. (2001): «La compleja organización del mercado mundial. El “Imperio”, supremo estadio del imperialismo», Le Monde diplomatique, edición española, Año VI, nº 63, Enero p. 13.
Marx Carlos. (1976): El Capital, volumen 1, México, F.C.E. capitulo 1.
Stern Claudio. (1982): La Desigualdad Social, México, SEP, Diana.
[1] * Licenciado en Economía y maestrante en PYMEs y Economía Social.
[2] Fernández Enguita Mariano. (1999)
[3] Ayala Espino José Luis (1992)
[4] Fernández Enguita Mariano. (1999)
[5] Castells, M. 1998
[6] Alonso Luis 2002
[7] Marx Carlos. (1976)

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